Max Horkheimer (izquierda) y Teodoro
Adorno (derecha).
Por
Jorge Ortiguera
Patria
Argentina N°262,
Diciembre de 2009
Algunos teóricos del tema afirman que la contracultura actualmente vigente proviene de Europa. La degradación cultural que padecemos, la guerra contra el sentido común, el auge del marginalismo, la eclosión de los marginales como nuevos agentes del "cambio social", serian elementos propios de la socialdemocracia floreciente en el viejo mundo.
Si bien puede decirse que esto tiene una parte de verdad, no la tiene toda. Los EEUU han sido una importante fuente y ayuda al fenómeno de degradación cultural que padecemos especialmente nosotros. Y ha aprovechado de mil maneras de la misma tanto política como económicamente.
La legalización de la droga, la equiparación del matrimonio con la unión de dos degenerados del mismo sexo, la tolerancia con la delincuencia y el crimen (abolicionismo penal), la promiscuidad sexual, el pacifismo suicida, el antipatriotismo militante y el odio a la religión, entre otras cosas, fueron el emblema de la llamada Escuela neomarxista de Frankfurt, que si bien nació en Alemania tuvo su más importante oportunidad de desarrollo y triunfo en los EEUU, donde sus maximos exponentes, perseguidos por el nazismo, fueron acogidos y premiados con cátedras universitarias y subsidios de las más importantes fundaciones libres de impuestos como la Ford o la Rockefeller entre otras menos importantes.
Sí, las mismas fundaciones que hoy subvencionan a importantes instituciones argentinas e incluso planes del Estado con referencia a los Derechos Humanos, la Defensa Nacional, la promoción del aborto o la Justicia y la Seguridad Interior en clave progre. Algunos dinosaurios confunden la acción de estas organizaciones seudofilantrópicas transnacionales yanquis con el enemigo comunista. ¿Cosas de un discurso desactualizado o simplemente deseo de desinformar? Con más precisión se podría decir que son terminales de la Inteligencia norteamericana y que manejan dinero de ese origen, que canalizan proyectos de importancia para las políticas y estrategias del Poder Mundial.
Los teóricos de
Frankfurt, con la excusa de la teoría crítica de la sociedad,
fueron los inventores de
lo que hoy conocemos como progresismo o izquierda cultural. Cautivaron
a los estudiantes norteamericanos de la década de los 60, fogonearon la cultura
psicodélica (la droga), el derrotismo y la guerra a la guerra
de Vietnam e hicieron no pocos aportes para que surgiera la subcultura del “rock”. Teodoro Adorno, Max
Horkheimer y Herbert Marcuse, son los pensadores base, donde descansa la
cultura hegemónica en la actualidad y especialmente nuestra cultura oficial: la
cultura progresista argentina.
Lo que pocos saben es que estos personajes que intentaron la revolución desde
la destrucción y disolución de la sociedad, formaron parte de los servicios de
inteligencia norteamericanos o trabajaron a sueldo del Departamento de Estado
del supuesto “occidente cristiano”.
Por
sorprendente que esto parezca es la absoluta y cruda realidad, los principales
propagadores marxistas de la destrucción de la cultura, resultaron viejos
conocidos y empleados de la CIA y del Departamento de Estado, que junto con
"prestigiosas universidades" y fundaciones norteamericanas
(vinculadas a empresas multinacionales) les habían matado el hambre durante
años y dejado hacer y deshacer desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por
pura coincidencia, la casi totalidad de estos personajes eran judíos y en su gran
mayoría sionistas. Son los teorizadores de lo que alguna vez se llamó contracultura
y hoy, mal que les pese a sus seguidores, es el discurso dominante en la
materia. Se dedicaban a esto mucho antes de que Gramsci estuviera en la cárcel
y de que se conocieran sus famosos “cuadernos”.
Actualmente la cultura que "disfrutamos" en Argentina es fruto de la "dialéctica negativa" y del "eros marcuciano" y es introducida y financiada por instituciones yanquis y europeas libres de impuestos. Esa es la absoluta verdad, no lo decimos porque somos antinorteamericanos al pepe, sino porque además es aceptado hasta por las mismas instituciones que fogonean la bazofia cultural agobiante que vemos y sufrimos a diario.
Es así de simple, por increíble que parezca. El progresismo argentino tiene la marca en
el orillo que dice: made in USA.
LA ESCUELA DE FRANKFURT
"... la Escuela de Frankfurt y sus teorías fueron aceptadas oficialmente por el gobierno de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y de que estos cominternistas fueron los responsables de determinar quiénes eran los enemigos de América durante la guerra y después de ella.
En 1942, la
Oficina de Servicios Estratégicos [OSE], la apresuradamente conformada unidad
americana de espionaje y operaciones encubiertas, solicitó al por entonces
ex-presidente de Harvard, James Baxter, que conformase una Delegación de
Investigación y Análisis (I&A) bajo el grupo de la División de
Inteligencia.
Para 1944, la
Delegación de I&A había recolectado un grupo tan cuantioso y prestigioso de
estudiosos emigrados, que H. Stuart Hughes, por entonces un novel doctor, dijo
que trabajar para ella era como “un segundo doctorado” cursado a costas del
gobierno.
La Sección
Centro-Europea estaba encabezada por el historiador Carl Schorske; debajo de
éste, en la importantísima Sección Alemana/Austríaca, estaba Franz Neumann,
como jefe de sector, junto a Herbert Marcuse, Paul Baran y Otto Kirchheimer,
todos ellos veteranos del Instituto para la Investigación Social.
Leo Lowenthal
encabezaba la sección de lengua alemana de la Oficina de Información de Guerra;
Sophie Marcuse,
esposa de Marcuse, trabajaba en la Oficina de Inteligencia Naval.
En la
Delegación de I&A se encontraban también: Siegfried Kracauer, el otrora
tutor de Adorno en la filosofía de Kant y por entonces teórico del cine; Norman
O. Brown, quien se haría famoso en los ’60 al combinar la teoría del hedonismo
de Marcuse con la terapia orgánica de Wilhelm Reich y por popularizar la
“perversidad polimorfa”; Barrington Moore Jr., posteriormente un profesor de
filosofía que escribiría un libro en co-autoría con Marcuse; Gregory Bateson,
marido de la antropóloga Margaret Mead (la cual escribía para la revista de la
Escuela de Frankfurt) y Arthur Schlesinger, el historiador que se unió a la
Administración Kennedy.
La primera
misión de Marcuse fue la de encabezar un equipo para la identificación tanto de
aquellos que serían juzgados como criminales de guerra luego de la guerra, como
de quienes eran potenciales líderes de la Alemania de la posguerra. En 1944,
Marcuse, Newmann y Kirchheimer escribieron la Guía de
Desnazificación, la cual luego fue entregada a oficiales de las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos que ocuparon Alemania, como una ayuda para
identificar y suprimir conductas pro-nazi. Luego del armisticio, la Delegación
de I&A envió representantes para trabajar como contactos de inteligencia
con los diversos poderes ocupantes; Marcuse fue asignado a la zona de los
Estados Unidos, Kirchheimer a la francesa y Barrington Moore a la soviética.
En el verano de
1945, Newmann se fue para convertirse en jefe de investigaciones del tribunal
de Nuremberg. Marcuse permaneció dentro y en los contornos de la inteligencia
de los Estados Unidos hasta comienzos de los años ’50, escalando hasta llegar a
ser jefe de la División Centro-Europea de la Oficina de Investigación de
Inteligencia del Departamento de Estado, un puesto en el que se encargaba
formalmente del “planeamiento e implementación de un programa de investigación
de inteligencia positiva… para reconocer las necesidades de la Agencia Central
de Inteligencia [CIA] y de otras agencias autorizadas”.
Durante su
ejercicio como oficial del gobierno de los Estados Unidos, Marcuse apoyó la
división de Alemania en una parte oriental y en otra occidental, señalando que
esto evitaría una alianza entre los partidos de izquierda recientemente
liberados y los más antiguos, de un estrato comercial e industrial conservador.
En 1949, produjo un informe de 532 páginas, “Los Potenciales de un Comunismo
Mundial” (desclasificado recién en 1978), el cual sugería que el Plan Marshall para
la estabilización económica de Europa limitaría a niveles aceptables el
potencial reclutamiento por parte de los partidos comunistas de Europa
Occidental, propiciando un período de co-existencia hostil con la Unión
Soviética, signado por la confrontación solamente en lugares lejanos tales como
Latinoamérica e Indochina; en términos generales, un pronóstico
sorprendentemente preciso.
Marcuse
abandonó el Departamento de Estado con un subsidio de la Fundación Rockefeller
para trabajar con los varios departamentos de Estudios Soviéticos que fueron
montados en muchas de las principales universidades de América luego de la
guerra, en gran medida por veteranos de la Delegación de I&A. Al
mismo tiempo, Max Horkheimer estaba haciendo un daño aún mayor. Como parte de
la desnazificación de Alemania sugerida por la Delegación de I&A, el Alto
Comisionado para Alemania, John McCloy, utilizando fondos discrecionales
personales, llevó a Horkheimer de vuelta a Alemania para que reformase el
sistema universitario germano. De hecho, McCloy solicitó al presidente Truman y
al Congreso que aprobaran una ley de subsidios para Horkheimer, el cual había
devenido en ciudadano americano naturalizado, con doble ciudadanía; así, por un
breve período, Horkheimer fue la única persona en el mundo en contar al mismo
tiempo con una ciudadanía alemana y una americana.
En Alemania,
Horkheimer comenzó el trabajo arduo en pos del explosivo revival de
la Escuela de Frankfurt en aquella nación a finales de los ’50, incluido el
entrenamiento de toda una nueva generación de estudiosos anti-Occidente, tales
como Hans-Georg Gadamer y Jürgen Habermas, quienes tendrían en los ’60 una
enorme influencia destructiva en Alemania. En un período de la historia
americana durante el cual algunos individuos eran perseguidos, despedidos de
sus empleos y conducidos al suicidio debido al más leve aroma de izquierdismo,
los veteranos de la Escuela de Frankfurt -todos ellos con soberbias
credenciales de la Comintern- llevaban lo que sólo podría llamarse vidas encantadoras.
América había conferido, hasta un extremo increíble, el poder de determinar
quiénes eran los enemigos de la nación a los mismísimos y peores enemigos de la
misma."(*)
(*) “La Nueva
Era Oscurantista: La Escuela de Frankfurt y la Corrección Política”, de Michael
Minnicino. http://laescrituraenlapared.blogspot.com/search/label/Escuela%20de%20Frankfurt